domingo, 1 de julio de 2001

Los Rebecos de los Picos de Europa.

La gran mayoría de los mamíferos europeos se han adaptado a los hábitos nocturnos probablemente para eludir a su más directa amenaza, el hombre. Pero en las cumbres de las más altas montañas habita un animal que ha podido sobrevivir alejado de la invasión humana y no ha tenido esa necesidad de adaptarse a la vida nocturna. Es el rebeco, un auténtico símbolo de la vida en las montañas.

Foto: Miguel Varona.
Los he visto en casi todas mis salidas montañeras por los Picos de Europa, pero si hay un lugar donde no faltan casi nunca ese es sin duda el de Las Colladinas, a unos 2.200 m. de altitud, entre la Vega de Liordes y Collado Jermoso, en el Macizo Central.

Foto: Miguel Varona.
He pasado multitud de veces por aquí, y siempre me los he encontrado. Pero en esta ocasión, me he aproximado mucho a esta familia sin que se asustaran por mi presencia. He permanecido con ellos largo tiempo, lo suficiente como para que me dejaran sacar la cámara y hacerles varias fotografías. Se trata de un pequeño grupo familiar compuesto por dos o tres madres que pastan por la hierba mientras las crías, que probablemente nacieron en abril o mayo, juegan saltando y persiguiéndose sobre las rocas y los neveros.

Foto: Miguel Varona.
Me asombra la portentosa facultad trepadora de estos "antílopes alpinos", que son capaces de lanzarse pendiente abajo sin apenas detenerse en los grandes contados, y trepar por cornisas imposibles con una habilidad pasmosa.

Entre los meses de septiembre y octubre, los rebecos solitarios abandonan sus territorios cerca de los bosques y ascienden a los pastos alpinos donde las hembras y los jóvenes han pasado el verano. Es entonces cuando entran en celo, y se instalan en lo alto de los riscos para vigilar a las hembras y al viejo macho que las custodia. Todavía no he logrado ver una pelea entre machos, pero sí recuerdo divisar grandes persecuciones en las que el macho dominante trata de impedir que los otros machos se acerquen a alguna de sus hembras. Es todo un espectáculo, porque las carreras son verdaderamente impresionantes.

Durante el verano, el pelaje del rebeco es corto y de color claro, pero a partir del otoño comienza a revestirse de una pelumbre lanuda, larga y espesa que se servirá para abrigarse ante los rigores del invierno. Ante la llegada de las primeras nieves, los rebecos bajan hacia los bosques para buscar alimento.

Hacia finales del invierno los rebecos están muy débiles por la falta de alimento y es cuando son más vulnerables frente al ataque de sus grandes enemigos, como el lobo, el zorro o el águila real.

Tras una gestación que dura unas 25 semanas, y las hebras paren durante el mes de abril, normalmente una sola cría que nace ya dotada de una sorprendente agilidad.

Foto: Miguel Varona. (Monte Perdido, Pirineos).


FICHA TÉCNICA:
Lugar del avistamiento: Las Colladinas, Collado Jermoso (Picos de Europa, León).
Fecha del avistamiento: 1 de julio de 2001.
Nombre común: Rebeco.
Nombre científico: Rupicapra rupicapra L.
Familia: Bovidae.
Posición sistemática: Clase Mamíferos; Orden Artiodáctilos.
Longitud: 103-135 cm. (85 cm. de altura en cruz).
Hábitat: Montañas.
Distribución geográfica: Cordillera Cantábrica, Pirineos, Alpes y Cáucaso.
Biología: Los rebecos son poco exigentes en cuanto a la alimentación, comen principalmente hierba, algunas plantas alpinas y ramillas de los árboles. Es bastante sociable y vive en grupos familiares de hasta veinte animales.
Otras localizaciones constatadas: El Robezu, Brañas de Sousas, Valle del Lago (Somiedo, Asturias), 1 de junio de 2009. Collado Vallejo, Bulnes (Picos de Europa, Asturias), 12 de septiembre de 2009. Lago Ausente, Isoba (León), 28 de mayo de 2010. Collada de Valdemagán (León), 30 de mayo de 2010. Monte Perdido, Pirineos (Huesca), 31 de mayo de 2012.


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