martes, 27 de junio de 1995

Estudio del carácter autóctono del Pinar de Lillo.

El Departamento de Ecología de la Facultad de Biológicas exigió la elaboración de un minucioso estudio de investigación a lo largo de todo el curso como condición indispensable para la asignatura de Ecología de Sistemas. El tema y el objeto del estudio eran voluntarios, pero tendrían que ser aprobados y supervisados por el departamento.

Dadas las discrepancias surgidas en torno a la consideración o no del Pinar de Lillo como un pinar autóctono, el único pinar autóctono de toda la Cordillera Cantábrica, pensé en realizar un estudio comparado del pinar con una repoblación con el objeto de obtener diferencias sustanciales que despejen cualquier duda al respecto. Y es que para mí está claro que el Pinar de Lillo es autóctono, y no lo he dudado desde la primera vez que lo visité, allá por el mes de mayo de 1992. Pero una afirmación como esta no puede basarse en simples conjeturas, hay que demostrarlo científicamente, hay que aportar pruebas evidentes, y eso es lo que pretendo con este estudio: Demostrar que el Pinar de Lillo es un pinar autóctono, un bosque relíctico de las antiguas masas de coníferas naturales que poblaron la Cordillera Cantábrica en tiempos pasados.

La propuesta ha sido aceptada por el departamento quien puso a nuestra disposición los medios y materiales que necesitáramos para desarrollar nuestro estudio, eso sí, no han aportado un duro para sufragar los gastos de los numerosos desplazamientos que hemos tenido que realizar a las zonas objeto de estudio.

Para que una masa forestal cualquiera tenga la consideración de "bosque" tiene que presentar un microclima peculiar; tener un sotobosque formado principalmente por especies vegetales propias adaptadas a las condiciones microclimáticas (cortejo florístico); tiene que desarrollarse sobre un suelo originado por la interacción de los factores bióticos y abióticos propios del bosque; y tiene que mantener un equilibrio dinámico entre diversos factores como el clima, la geomorfología, el suelo, la vegetación, la fauna, etc.

Los pinares de repoblación no son bosques, básicamente por dos razones: La primera por su propia implantación por el hombre, y la segunda porque no existe un cortejo florístico propio, su sotobosque está formado por plantas propias de las etapas sucesionales anteriores a su implantación.

El pino silvestre (Pinus sylvestris) es una especie maderera muy comercial porque no es muy exigente en cuanto al sustrato y tolera cualquier tipo de suelos, ya sean arenosos o secos. De manera natural se desarrolla en el norte de Europa, sobre todo en los países escandinavos, llegando a extenderse por buena parte de centro europeo y alcanzando algunas zonas montañosas del centro y sur de España, norte de Italia y Macedonia. Pero es la conífera más utilizada en las repoblaciones forestales, de modo que se ha extendido ampliamente fuera de sus localizaciones naturales.

El Pinar de Lillo encierra una flora riquísima de la que cabe destacar un helecho de incalculable valor científico: Equisetum sylvaticum, presente en los pinares escandinavos y solo citada aquí en toda la Península Ibérica. El valor particular del Pinar de Lillo reside por tanto en su carácter relicto, convirtiéndolo en la formación mas occidental de toda Europa con estas características.

Vista del Pinar de Lillo desde el Pico del Lago

El pinar que hemos considerado mejor comparable con el Pinar de Lillo es el Pinar de Tolibia, de unos 45 años de edad y plantado a mano por los propios vecinos de Tolibia de Arriba, en el término municipal de Valdelugueros. Tiene una extensión similar a la del Pinar de Lillo y ambos están influenciados por la misma climatología, la misma altitud y similar latitud.

METODOLOGÍA:

1º Estimación de la densidad de las poblaciones estudiadas.
Establecemos varios transectos de determinada longitud siguiendo un rumbo fijo y cada 15 o 25 metros marcamos un punto; medimos la distancia entre ese punto y el pino más cercano en cada uno de los cuatro cuadrantes. De cada transecto calculamos la distancia media y aplicamos la fórmula de la densidad.
2º Biometría del Arbolado.
De cada uno de esos pinos medimos su altura, el perímetro de su tronco y la proyección de su copa.
3º Tratamiento estadístico de los datos obtenidos.
Hemos esquematizado los datos mediante histogramas de frecuencias que representan los resultados de las medidas con relación a la frecuencia absoluta.
4º Análisis de la Correlación y Regresión.
Con el Coeficiente de Correlación pretendemos estimar el grado por el que dos variables continuas varían conjuntamente, es decir, medimos si una variable (como por ejemplo la copa de un pino) está o no relacionada con la otra (como por ejemplo, el perímetro del tronco). La Regresión ajusta a una nube de puntos una recta no vertical que mejor se aproxime al conjunto de los datos.
5º Estudio estadístico de la Varianza (ANOVA).
Contrastamos estadísticamente los distintos transectos para determinar las posibles variaciones que puedan tener cada una de las medidas realizadas en función de la media, es decir, medimos la variabilidad de la muestra.
Estudio estadístico elemental de la Distribución Espacial.
Determinamos si la distribución es "al azar" (la presencia de un individuo no afecta a los otros), "uniforme" (hay equidistancia entre los individuos por efecto de la competencia) o "en agregados" (las condiciones del medio no son uniformes y hay interacción positiva entre los individuos).
7º Inventariado de la vegetación.
Realizamos varios inventarios de vegetación sobre herbáceas y líquenes forófitos de Pinus sylvestris basándonos en las escalas de Braun-Blanquet (1932) para los valores de densidad y grado de cobertura.
8º Breve estudio de la localización, climatología, geología, edafología, fauna y composición florística de cada pinar.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN:

Las diferencias entre los dos pinares comparados resultaron evidentes en todos los parámetros estudiados. En el Pinar de Lillo se detectaron notables diferencias en los límites de distribución de los pinos en función de la altitud, lo cual no ha sido detectado en el de Tolibia. En el primero hay pinos de muy diversas edades, mientras que en el segundo todos los ejemplares tienen más o menos la misma edad.

La densidad de población en el Pinar de Lillo es bastante heterogénea, y ha sido calculada en 197,37 pies/Ha (siendo su extensión total de 231 Has); en cambio, en el Pinar de Tolibia la densidad es mucho más homogénea y mucho mayor, 905,60 pies/Ha (siendo su extensión total de 180 Has).

La distribución espacial resulta en el Pinar de Lillo claramente "en agregados" (la más frecuente en la naturaleza), no siendo detectada ninguna zona con evidente distribución "uniforme" (propia de las repoblaciones). En cambio, en el Pinar de Tolibia la distribución "en agregados" no ha sido tan evidente, y sí se han detectado zonas con evidente distribución "uniforme".

En el de Lillo hay pinos de muy diversas edades (algunos de ellos superan los 200 años de edad), mientras que en Tolibia todos los pinos tienen más o menos la misma edad.

La diversidad de especies vegetales y animales resulta ser mucho mayor en el Pinar de Lillo que en el de Tolibia.

En cambio los datos geológicos y edafológicos, e incluso algunos factores climáticos son claramente diferentes entre ambas localizaciones, lo cual podría justificar en cierta medida estas diferencias tan notables.

Es cierto que el Pinar de Lillo ha podido ser objeto de repoblaciones, aunque no hemos tenido constancia de ninguna de ellas consultando en las bases de datos y a los propios vecinos de Cofiñal y Puebla de Lillo. También es cierto que un supuesto pinar de repoblación en Lillo ha podido ser invadido por el haya y ésta sea la causante de un sotobosque tan característico. Y es que desde el punto de vista de la composición florística, el Pinar de Lillo resulta estar estrechamente relacionado con un hayedo acidófilo típico, pues contiene muchas especies asociadas a éste, y efectivamente hay muchas hayas coexistiendo con los pinos, sobre todo en la cotas más inferiores del pinar con exposición al norte.

Sin embargo cabe preguntarse cuál ha sido el factor que ha determinado la existencia de un bosque de pinos en un lugar donde según las condiciones bioclimáticas de la región debería existir un hayedo. La respuesta nos la ha proporcionado el estudio del suelo: El suelo del Pinar de Lillo es un suelo de tipo ranker sobre cuarcitas silúricas fácilmente lavables que conducen al desarrollo de una tierra parda eupodsólica, donde la penuria de elementos minerales asimilables no permitiría el establecimiento de un hayedo. Prueba de ello son las numerosas turberas que ocupan la zona y la existencia de plantas carnívoras adaptadas a estas turberas (Drosera rotundifolia).

No obstante existen otras muchas evidencias que no dejan lugar a discusión alguna, como son la presencia del Equisetum sylvaticum (presente en todos los pinares del Bosque Boreal), o los estudios palinológicos realizados en las turberas del Pinar de Lillo, que confirman la presencia de polen fosilizado de conífera datado en más de 2.000 años.

Con todos estos datos hemos llegado a la conclusión que estábamos buscando: El Pinar de Lillo es un pinar autóctono que representa en único resto del bosque boreal relicto en la Cordillera Cantábrica. Aunque la consolidación del suelo por el pino silvestre y el aporte de iones básicos como consecuencia de los detritus foliares de las hayas, serbales y abedules están transformando el suelo ranker hacia un suelo de tipo pardo-forestal cada vez más favorable al haya que, de hecho, tiende a ocupar cada vez mayor superficie dentro del pinar.